domingo, 18 de mayo de 2008

"El nacimiento volcánico de un nuevo modelo"

En un primer momento, el campo se limitó a reclamar la suspensión de la resolución 125 del 11 de marzo pasado, mediante la cual el ministro Lousteau pretendió confiscar la rentabilidad de la soja para ponerla en manos del Gobierno. Pero después el campo, animado por el éxito sin precedente de su protesta, la fue ampliando hasta incluir en ella la exigencia de una nueva política para las carnes, la leche y el trigo.
A la protesta inicialmente rural se sumaron las ciudades del interior en un movimiento que empezaba a mostrar su espíritu federal contra el centralismo del Estado nacional. Fue entonces cuando muchos intendentes y algunos gobernadores, kirchneristas o no, recibieron a los ruralistas para dialogar con ellos.
A estas alturas de los acontecimientos era evidente que el poder kirchnerista estaba a la defensiva y que las vagas promesas de diálogo que aún emitía habían perdido credibilidad. Fue en este contexto que, mientras el Gobierno abandonaba la ilusión de organizar un acto gigantesco el próximo 25 de mayo y reunía apenas a unos pocos miles de manifestantes durante la asunción de la presidencia del Partido Justicialista por parte de Néstor Kirchner.
La única manera de salir del conflicto actual será entonces elaborar un nuevo modelo económico que diseñe otro futuro para todos los argentinos, tanto los que viven en el campo como los que viven en las ciudades del interior, tanto la clase media urbana que termina de votar contra el Gobierno en las grandes ciudades como los sectores populares que sobreviven en la periferia. Un nuevo modelo económico capaz de reemplazar al viejo modelo, que ha empezado a agonizar. Queremos un país agroindustrial que salga al mundo a invadir mercados mientras se sigue protegiendo a la industria actual por el tiempo que resulte necesario. El campo y la industria están llamados a ser socios, no rivales. Así, aunando nuestros esfuerzos, los argentinos nos iremos convirtiendo poco a poco en un país que, por sus altos índices de productividad, podrá pagar a sus trabajadores salarios cada vez más próximos a los de los países desarrollados. Hasta que esta meta se alcance, empero, el campo tendrá que diseñar una estrategia que, a la vez que le permita volcar en el mundo sus generosos excedentes, también lo lleve a subsidiar el consumo popular hasta que el enriquecimiento general lo vuelva innecesario. Un país así ordenado atraería inmediatamente a los ingentes capitales que no vienen y que nos hacen falta, enviando a la buhardilla de la historia el Estado concentrador y asfixiante contra el cual se está rebelando un número creciente de argentinos.


1 comentario:

Georgina A. dijo...

En mi opiniónel país está entrado en una nueva discusión mucho más amplia. Como menciona el Sr. Mariano Grondona: “Son los argentinos del interior quienes también se acaban de rebelar contra sesenta años de exclusión unitaria, izando por su parte la bandera federal” y “El agro y la industria han pasado a ser, en suma, las dos caras de una misma moneda capaz de circular exitosamente por el mundo”.
Se debería crear un nuevo modelo bajo una base en la que el campo y la industria, deberían integrarse.
Personalmente, recomiendo leer el artículo completo de la fuente citada. El mismo es muy completa y nos permite analizar un poco más históricamente éste conflicto.